18/3/12

Mister López. Cuento escito por Diego.

Mister López
Primer viaje a la dimensión de los leones de plata

Introducción
Presento este divertido personaje con el fin de divertir a la gente que lo lea. Quiero que los niños lean en casa, porque cuándo lees un libro es como si te adentraras en una aventura de la que te están contando los personajes. Los libros se convierten en una casa donde se guardan las palabras y las letras. Cuando leas este libro entrarás en mi imaginación. Dejar las vídeo consolas y leer este pequeño libro.

Una mañana como tantas
Soy Mister López, trabajo en la perrueditorial- ah vale, vale, que todavía no os he hablado de que este mundo es de perros, ¿ no? Todo el mundo son perros, mi familia y todo el mundo.
Mi familia y yo somos pastores alemanes, stronger mi primo, y rebeca mi hermana viven conmigo. Mi mejor amigo es un rottweiler llamado Nico.
Esa mañana estaba super agobiado. No paraba de oír que si Mister has terminado el libro, que si has hecho las poesías que te pedí . . .
Yo estaba escribiendo el último libro que me quedaba muy concentrado cuándo oí un estruendo en la ventana. Era una paloma mensajera que me traía una nota. Así empieza la aventura.

Un desafío misterioso

En la nota había escrito un desafío que decía “Te desafío a ver quien aguanta mas en el castillo de la montaña misteriosa” y era anónimo.
Quería ir pero no ponía ni hora, ni día, ni nada. Me olvidé de la nota y seguí escribiendo el libro que tenía que terminar para la semana siguiente.
Al día siguiente volví a mi trabajo tenía que terminar el libro ya.
Me puse a terminarlo y otra vez oí un estruendo en la ventana pero esta vez rompió la ventana porque estaba liada en una piedra. En la carta el anónimo escribió te espero en la montaña misteriosa, para el desafío mañana a las cinco y media de la tarde; No faltes. Me quedé sorprendido. Por un momento sentí hasta miedo, pero pensé: tengo que honrar a mi raza pastor alemán y tenía que hacerlo.
Pero no pensé que tenía que terminar el libro, así que me puse a hacerlo. Terminé a las tantas de la madrugada pero lo terminé. Ya tenía tiempo de hacer la maleta y preparar toda la comida para poder sobrevivir los días que durara el desafío

El día de la verdad
Yo iba súper cargado porque en la maleta llevaba: zumos energéticos, bocadillos de jamón, chuletas, huesos de todas maneras, unos rociados de aceite otros de mayonesa y hasta de salsa alioli. Pero antes de preparar la maleta lo que hice es llamar a mi mejor amigo Nico para no estar solo. No es que sea cagón es que si no me aburriría. Mi amigo y compañero Nico es fuertísimo ya que su raza es una de las mas fuertes del mundo.
Cuándo se lo dije me dijo que claro que sí y yo me puse tan contento que le ayude a hacer la maleta para el desafío.
Cuando la hizo fuimos de camino.Tardamos en llegar seis horas . Por el camino nos encontramos muchos peligros como:
serpientes muy peligrosas que tuvimos que matar, perros vagabundos que no querían que entrásemos en la montaña pero llegamos.
Cuándo ya estábamos en la mansión esperamos un rato y de la nada se abrió un agujero negro que nos absorbió rápidamente.
Empezamos a caer, y a caer, caer, caer, caer, caer, y más caer.
Hasta que llegamos abajo y nos desmayamos.

En otra dimensión
Nos despertamos en unas mazmorras y no sabíamos por qué.
Llamamos a gritos al guarda y cuando se acercó yo le dije: tenemos derecho a un perruteléfono, y el contesto con una voz muy grave:
  • Que dices eso no existe.

    Cuándo nos quisimos dar cuenta nos enteramos que estábamos en la dimensión de los leones de plata. Mi amigo Nico me dijo tenemos que salir de aquí a mi manera vale, y yo contesté ¿como?. Nico llamo al guarda de nuevo y le dijo que se acercara. Éste se acercó y le pegó un golpe que le obligó a tirarse en el suelo. Una vez que el guarda estaba en el suelo inconsciente le cogimos las llaves y abrimos la puerta. Estábamos ya en las calles de esa extraña dimensión y todo lo que rondaba eran leones y personas como en el planeta tierra. Nos sentamos en el suelo a recapacitar lo que había pasado cuándo la barriga de Nico y la mía rugieron. Dijimos vamos a comer algo de lo que nos hemos traído y nos dimos cuenta de que se nos habían perdido las mochilas en la caída. Los dos a la vez chillamos ¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¿POR QUÉ A MI ? !!!!.
Que llega el rey león
De tanta hambre nos dormimos en la acera. Al día siguiente nos despertamos tarde. Según el reloj de la portada daban ya las doce y media y estábamos hambrientos. Delante de nuestra vista se presento una limusina muy grande, por lo visto era el rey que quería vernos.
Nos llevó a su castillo y nos dio mucha comida. Nos dijo que teníamos que ayudarle a recuperar a su hija la bella princesa de la dimensión de los leones de plata.
Nosotros respondimos:
  • claro que si te ayudaremos.
    Cuándo acabábamos de comer toda la comida entraron unos guerreros y unos carros muy grandes, en esos carros llevaban los caballos para nosotros y las armaduras.

Conociendo el castillo de el Rey León
Nosotros nos estábamos poniendo las armaduras cuándo el rey intervino y dijo:
  • Esperad un poco primero tenéis que ver el castillo.
No contestamos, pero el rey seguía hablando que si su esclavo os tenía que enseñar el calabozo, el vestuario, el cobertizo, el comedor, y se tiro así más de media hora.
Llamó a su esclavo con un silbido y le dijo algo que no entendimos ni Nico ni yo. Dijo algo que era en su idioma a su discípulo llamado Mactón. Cuándo terminó el rey nos dijo: que os divirtáis guerreros perrunos.
El esclavo dijo:
  • Venid por aquí amigos.
  • Nosotros contestamos. Vale Mactón.
Primero nos llevó a los calabozos que olían fatal. Él nos dijo
  • estos son los calabozos guerreros, son un poco asquerosos.
  • Yo conteste gritando. ¡Son asquerosos pero requeté muy asquerosos.
Mi amigo Nico dijo: Vámonos de aquí que nos vamos a desmayar.
Ahora vamos al comedor. Contestó Mactón.
Este es el comedor chicos. Miradlo y observarlo pero no toquéis nada que se pueda romper. Nos advirtió Mactón.
Mi amigo Nico cuándo vio los manjares que había en las encimeras iba a comérselos pero Mactón no lo dejó.
Yo observaba todo detenidamente porque presentía que en aquel castillo había gato encerrado.
Miré las despensas, por si había algo, pero no encontré nada. También miré el frigorífico y tampoco encontré nada. Pero mientras yo estaba mirando la comida envasada, Mactón me tocó el hombro. Me asuste. Él me dijo:
  • No rebusques nada perro glotón.
  • Yo le contesté. Vale, a tus ordenes Señor Mactón con una voz burlona.
Lo próximo que nos enseñó fue la biblioteca.
Todo estaba llena de estanterías con libros. Había miles y miles de libros. Yo quería leerlos todos,pero no teníamos demasiado tiempo. Asi que Mactón solo nos daba 10 minutos para que viéramos cada sala. Me paré un momento a leer un libro, pero Mactón no nos dejo más tiempo.

La segunda parte del castillo
Ahora tocaba ver el cobertizo que era dónde el rey guardaba la paja para dar de comer a los caballos, los rastrillos, las palas, los picos y muchísimas cosas más.
Nico se acostó en la paja haciendo un gesto de sonrisa y yo le dije: A ver si te vas a dormir Nico.
No te preocupes, mira -me contestó-.
Yo seguía mirando cada milímetro de tierra todo pero no veía nada. Era muy raro.
Salimos de el cobertizo y fuimos a la sala principal. Ahí si que Mactón nos dijo que no tocásemos ni que hiciésemos nada, solo mirar porque allí era donde el Rey leía sus libros.
Yo miraba muy atento porque era la única sala que quedaba por ver y todavía no había encontrado nada. Una voz invadió la sala diciendo:
  • ¡Mactón! . Era elzapatero del rey. Mactón contestó con una voz baja:
  • Que Birlech.
  • ¡ Ven aquí! . El Rey te busca.
  • Voy.
Mactón nos dijo:
  • Esperad aquí caballeros perrunos, ahora mismo vengo.
    Nico contestó:
  • Vete tranquilo cosa verde.
Cuándo se fue yo aproveché para mirar y tocar todo lo que veía por si encontraba algo. Estaba mirando un jarrón muy bonito. Cuando miré de reojo un cuadro que estaba apoyado en la pared. Me acerqué y aparté un poco el cuadro. Era un pasadizo pero tenía una combinación para abrir la puerta.
Me puse a buscar por todas partes la combinación, Nico me dijo:
  • ¿Qué haces?
  • Estoy buscando la combinación de esta puerta para ver lo que hay al otro lado. Contesté yo.
Mi amigo se puso a buscar también cuando pegó un grito y dijo:
  • Lo tengo Mister. Yo dije:
  • ¡Genial! Gracias Nico.
Me lo dio y yo me puse a poner la combinación y la puerta se abrió. Yo le dije a Nico:
  • Tenemos que ver lo que hay por aquí.
  • Pues claro, yo siempre estaré a tu lado. Me dijo Nico.
Entramos en ese pasadizo cerrando la puerta para que no se dieran cuenta. Íbamos andando muy despacio porque allí cada paso que dabas se oía muchísimo.

El pasadizo secreto
Aquello era gris porque estaba todo. Estaba forrado de metal atornillado. Llevábamos ya unos quince minutos andando pero encontramos cuatro puertas. Se podían abrir perfectamente y nos decidimos por la primera de la izquierda. Cuándo abrimos solo había monedas y monedas de oro, bueno también había coronas de plata y bronce y espadas de oro macizo, hasta había pepitas de oro. Nico lo único que hacia era revolcarse entre las monedas de oro. Yo cogí prestada solamente una pepita de oro porque me gustaba una serie que en algunas ocasiones decían “Si es que de aquí pepitas de oro”
Le dije a Nico:
  • Vámonos ya, que no tenemos tiempo.
  • Vale venga, pero ahora hay que buscar la salida
Yo me percaté a la salida y Nico iba detrás mía.
Salimos y abrimos la segunda puerta. Hacía muchísimo frío. Todo estaba helado, se debía a las esculturas de hielo que había dentro del cuarto. En aquel inmenso cuarto había muchísimas esculturas de hielo y hacía muchísimo frío. Todo estaba Helado.
Yo admiraba la mas bonita de todas, una escultura de un león con un domador cogiéndole de la mano. La observaba y la observaba hasta que Nico dijo:
  • AAHACCH.
Lo que había pasado es que Nico intentó chupar una estructura y la lengua se le quedo pegada.
Le cogí de la cintura, tiré y se la despegué.
Una vez que habíamos visto eso, nos fuimos de aquel cuarto y fuimos al tercero.


La segunda parte de el pasadizo secreto

Entramos y lo que vimos era una sala grandiosa con un ordenador enorme en el centro. Me puse a ver lo que había en el ordenador por si había algo interesante. No había nada, solo documentos del rey que eran muy íntimos y que yo no quise mirar. Lo único que mire fue una foto de la princesa, que por cierto era bellísima. Me quedé mirando la foto un buen rato. Cuando me quise dar cuenta ya habían pasado veinte minutos y todavía no habíamos salido de allí. Miré a Nico porque él estaba fijamente mirando a la pared. Yo miré donde miraba él. Había una foto del rey y de la princesa que todavía no sabía como se llamaba.
Salimos de allí pitando porque todavía nos quedaba un cuarto de hora. Abrimos el último cuarto y había una cosa horrible. Era una sala de castigo. Había unas cadenas magnéticas para que los que iban a ser castigados, pero lo peor era lo que había en el centro una silla eléctrica. Nico se iba a sentar en ella pero yo no lo dejé.
No quería seguir allí, asi que nos fuimos rápidamente.
Salimos del pasadizo y cerramos la puerta con la misma combinación y pusimos el cuadro encima. Cuando íbamos por los pasillos Mactón nos vio y nos dijo:
  • Eh, dónde estabais guerreros perrunos.
    Yo conteste:
  • Nos habíamos perdido.
  • Nico dijo:
  • Si eso.
    Pues vamos que el rey os está buscando como un loco.
    Fuimos con él hasta la biblioteca. Allí estaba el rey que dijo:
  • Guerreros dónde estabais.
    Mactón no dejó que nosotros habláramos:
  • Estaban perdidos mi señor


La casa del Dragón

El rey nos dijo que la casa del Dragón era un volcán.
Yo dije asombrado:
  • ¿Eso es verdad?
    El rey contestó:
  • ¡Claro que es verdad! Por eso os pido que tengáis cuidado cuándo vayáis a salvar a la princesa.
El rey nos explico que teníamos que entrar dentro del volcán.
Nos explicó que teníamos que entrar primero por la tierra, porque el único que podía entrar por la puerta era el Dragón y porque había una cascada de lava.
Nosotros dijimos que lo que hiciera falta lo haríamos y lo conseguiríamos.
El rey nos dijo por último:
- Por favor guerreros perrunos. Tenéis que tener mucho cuidado. Id rápido porque el terrorífico Dragón le quitará toda su energía.
- enseguida -le contestamos-.
El rey estaba muy contento porque sabía que los conseguiríamos.
Nos preparamos - es decir- , nos pusimos las armaduras, nos armamos con una espada y un hacha cada uno.
También llevábamos mochilas con zumos de piña para cuándo tuviéramos sed.

En el volcán del Dragón

Bien preparados empezamos con el camino. Cuándo llevábamos medio camino, nos encontramos a un caballero negro que nos preguntó donde íbamos.
  • Caballero nosotros vamos al volcán del Dragón a rescatar a la princesa -le dijo Nico, ingenua y tontamente.
El le respondió:
  • Por eso mismo estoy aquí, para no dejar que nadie entre en el volcán de mi señor el Dragón.
  • Pues tendremos que pelear. Le contestamos.
El caballero fue a por mí, pero Nico no le dejó que le diera tiempo de darme una patada. Nico le dio un puñetazo y lo tiró para atrás. Mientras que Nico le entretenía yo le mordí el costado.
El chilló y dijo:
  • Vale, vale vosotros ganáis.
Nosotros le atamos con una cuerda a un cactus y seguimos nuestro camino.
Llegamos al Volcán; estaba erupcionando. Al lado del Volcán empezamos a escarbar hasta que hicimos un hoyo que llegó hasta dentro del Volcán.

La gran batalla

Seguimos el camino por dentro del Volcán. Teníamos que ir con cuidado porque del suelo salía humo ardiente.
Llegamos a una habitación con luz rojiza; estábamos en una habitación en la que pasaba un río de lava.
Cuándo entramos vimos al Dragón de espaldas y a la princesa en una jaula colgada de la pared. Nos escondimos rápidamente para que no nos viera. observamos un rato y el Dragón estaba haciendo un aparato que tenía un agujero, hizo una prueba con un gato y lo que paso me cuesta decirlo, se quedo seco debido a la perdida de energía.
Ahora le tocaba a la princesa, asi que teníamos que actuar, Nico pegó un brinco y se echó encima de él; le pegó un mordisco en la oreja. El Dragón pegó un grito que hizo retumbar todo el volcán.
Nico bajó y cogió una cuerda que había tirada en el suelo. Empezó a dar vueltas muy rápido alrededor del Dragón hasta que la cuerda se enredó entre sus piernas y el dragón se cayó.
Cogí el aparato que quitaba la energía y le absorbí toda la energía hasta que se quedó seco como un desierto.
Nosotros bajamos corriendo a la princesa y le dimos un zumo para que no se deshidratara.

Un gran encuentro

La llevamos a su castillo. El Rey se puso tan contento que dio saltos de alegría. La abrazó durante un rato y nos dio 100 monedas de oro. El rey nos invitó a una cena familiar y nosotros asistimos alegres.
Hubo de todo, música, comida, bebida, mucha más comida y más música.
Nos lo pasamos divinamente en el castillo, así que nos quedamos una noche más, porque acabamos muy tarde de la cena.
Nico se durmió rendido en la cama y yo también me rendí, después de un día tan activo.
Al día siguiente no nos podíamos ni levantar de lo cansados que estábamos del día anterior.
No queríamos, pero, teníamos que hacerlo. Así que le pedimos al Rey que nos mandara de nuevo a casa y él nos dijo:
  • Claro que si guerreros perrunos, aunque no quiero que os vayáis tan pronto. Os mandaré a vuestra casa.
  • Muchísimas gracias mi majestad.
Nos mando a nuestra tierra. Todo estaba tranquilo en la calle. Entramos a mi casa y cuando encendí la luz, toda mi familia y la de Nico estaban allí para recibirnos.
Nosotros nos alegramos mucho y abrazamos a nuestra familia.
FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...
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