Mister
López
Primer
viaje a la dimensión de los leones de plata
Introducción
Presento
este divertido personaje con el fin de divertir a la gente que lo
lea. Quiero que los niños lean en casa, porque cuándo lees un libro
es como si te adentraras en una aventura de la que te están contando
los personajes. Los libros se convierten en una casa donde se guardan
las palabras y las letras. Cuando leas este libro entrarás en mi
imaginación. Dejar las vídeo consolas y leer este pequeño libro.
Una
mañana como tantas
Soy
Mister López, trabajo en la perrueditorial- ah vale, vale, que
todavía no os he hablado de que este mundo es de perros, ¿ no? Todo
el mundo son perros, mi familia y todo el mundo.
Mi
familia y yo somos pastores alemanes, stronger mi primo, y rebeca mi
hermana viven conmigo. Mi mejor amigo es un rottweiler llamado Nico.
Esa
mañana estaba super agobiado. No paraba de oír que si Mister has
terminado el libro, que si has hecho las poesías que
te pedí . . .
Yo
estaba escribiendo el último libro que me quedaba muy
concentrado cuándo oí un estruendo en la ventana. Era una paloma
mensajera que me traía una nota. Así empieza la aventura.
Un
desafío misterioso
En
la nota había escrito un desafío que decía “Te desafío a ver
quien aguanta mas en el castillo de la montaña misteriosa” y era
anónimo.
Quería
ir pero no ponía ni hora, ni día, ni nada. Me olvidé de la nota y
seguí escribiendo el libro que tenía que terminar para la
semana siguiente.
Al
día siguiente volví a mi trabajo tenía que terminar el libro
ya.
Me
puse a terminarlo y otra vez oí un estruendo en la ventana pero esta
vez rompió la ventana porque estaba liada en una piedra. En la carta
el anónimo escribió te espero en la montaña misteriosa, para el
desafío mañana a las cinco y media de la tarde; No faltes. Me
quedé sorprendido. Por un momento sentí hasta miedo, pero pensé:
tengo que honrar a mi raza pastor alemán y tenía que hacerlo.
Pero
no pensé que tenía que terminar el libro, así que me puse a
hacerlo. Terminé a las tantas de la madrugada pero lo terminé. Ya
tenía tiempo de hacer la maleta y preparar toda la comida para poder
sobrevivir los días que durara el desafío
El
día de la verdad
Yo
iba súper cargado porque en la maleta llevaba: zumos energéticos,
bocadillos de jamón, chuletas, huesos de todas maneras, unos
rociados de aceite otros de mayonesa y hasta de salsa alioli. Pero
antes de preparar la maleta lo que hice es llamar a mi mejor amigo
Nico para no estar solo. No es que sea cagón es que si no me
aburriría. Mi amigo y compañero Nico es fuertísimo ya que su raza
es una de las mas fuertes del mundo.
Cuándo
se lo dije me dijo que claro que sí y yo me puse tan contento que le
ayude a hacer la maleta para el desafío.
Cuando
la hizo fuimos de camino.Tardamos en llegar seis horas . Por el
camino nos encontramos muchos peligros como:
serpientes
muy peligrosas que tuvimos que matar, perros vagabundos que no
querían que entrásemos en la montaña pero llegamos.
Cuándo
ya estábamos en la mansión esperamos un rato y de la nada se abrió
un agujero negro que nos absorbió rápidamente.
Empezamos
a caer, y a caer, caer, caer, caer, caer, y más caer.
Hasta
que llegamos abajo y nos desmayamos.
En
otra dimensión
Nos
despertamos en unas mazmorras y no sabíamos por qué.
Llamamos
a gritos al guarda y cuando se acercó yo le dije: tenemos derecho a
un perruteléfono, y el contesto con una voz muy grave:
- Que dices eso no existe.
Cuándo
nos quisimos dar cuenta nos enteramos que estábamos en la dimensión
de los leones de plata. Mi amigo Nico me dijo tenemos que
salir de aquí a mi manera vale, y yo contesté ¿como?. Nico llamo
al guarda de nuevo y le dijo que se acercara. Éste se acercó y le
pegó un golpe que le obligó a tirarse en el suelo. Una vez que el
guarda estaba en el suelo inconsciente le cogimos las llaves y
abrimos la puerta. Estábamos ya en las calles de esa extraña
dimensión y todo lo que rondaba eran leones y personas como en el
planeta tierra. Nos sentamos en el suelo a recapacitar lo que había
pasado cuándo la barriga de Nico y la mía rugieron. Dijimos vamos
a comer algo de lo que nos hemos traído y nos dimos cuenta de que
se nos habían perdido las mochilas en la caída. Los dos a la vez
chillamos ¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¿POR QUÉ A MI ?
!!!!.
Que
llega el rey león
De
tanta hambre nos dormimos en la acera. Al día siguiente nos
despertamos tarde. Según el reloj de la portada daban ya las doce y
media y estábamos hambrientos. Delante de nuestra vista se presento
una limusina muy grande, por lo visto era el rey que quería vernos.
Nos
llevó a su castillo y nos dio mucha comida. Nos dijo que teníamos
que ayudarle a recuperar a su hija la bella princesa de la dimensión
de los leones de plata.
Nosotros
respondimos:
- claro que si te ayudaremos.Cuándo acabábamos de comer toda la comida entraron unos guerreros y unos carros muy grandes, en esos carros llevaban los caballos para nosotros y las armaduras.
Conociendo
el castillo de el Rey León
Nosotros
nos estábamos poniendo las armaduras cuándo el rey intervino y
dijo:
- Esperad un poco primero tenéis que ver el castillo.
No
contestamos, pero el rey seguía hablando que si su esclavo os tenía
que enseñar el calabozo, el vestuario, el cobertizo, el comedor, y
se tiro así más de media hora.
Llamó
a su esclavo con un silbido y le dijo algo que no entendimos ni Nico
ni yo. Dijo algo que era en su idioma a su discípulo llamado Mactón.
Cuándo terminó el rey nos dijo: que os divirtáis guerreros
perrunos.
El
esclavo dijo:
- Venid por aquí amigos.
- Nosotros contestamos. Vale Mactón.
Primero
nos llevó a los calabozos que olían fatal. Él nos dijo
- estos son los calabozos guerreros, son un poco asquerosos.
- Yo conteste gritando. ¡Son asquerosos pero requeté muy asquerosos.
Mi
amigo Nico dijo: Vámonos de aquí que nos vamos a desmayar.
Ahora
vamos al comedor. Contestó Mactón.
Este
es el comedor chicos. Miradlo y observarlo pero no toquéis nada que
se pueda romper. Nos advirtió Mactón.
Mi
amigo Nico cuándo vio los manjares que había en las encimeras iba a
comérselos pero Mactón no lo dejó.
Yo
observaba todo detenidamente porque presentía que en aquel castillo
había gato encerrado.
Miré
las despensas, por si había algo, pero no encontré nada. También
miré el frigorífico y tampoco encontré nada. Pero mientras yo
estaba mirando la comida envasada, Mactón me tocó el hombro. Me
asuste. Él me dijo:
- No rebusques nada perro glotón.
- Yo le contesté. Vale, a tus ordenes Señor Mactón con una voz burlona.
Lo
próximo que nos enseñó fue la biblioteca.
Todo
estaba llena de estanterías con libros. Había miles y
miles de libros. Yo quería leerlos todos,pero no
teníamos demasiado tiempo. Asi que Mactón solo nos daba 10 minutos
para que viéramos cada sala. Me paré un momento a leer un libro,
pero Mactón no nos dejo más tiempo.
La
segunda parte del castillo
Ahora
tocaba ver el cobertizo que era dónde el rey guardaba la paja para
dar de comer a los caballos, los rastrillos, las palas, los picos y
muchísimas cosas más.
Nico
se acostó en la paja haciendo un gesto de sonrisa y yo le dije: A
ver si te vas a dormir Nico.
No
te preocupes, mira -me contestó-.
Yo
seguía mirando cada milímetro de tierra todo pero no veía nada.
Era muy raro.
Salimos
de el cobertizo y fuimos a la sala principal. Ahí si que Mactón nos
dijo que no tocásemos ni que hiciésemos nada, solo mirar porque
allí era donde el Rey leía sus libros.
Yo
miraba muy atento porque era la única sala que quedaba por ver y
todavía no había encontrado nada. Una voz invadió la sala
diciendo:
- ¡Mactón! . Era elzapatero del rey. Mactón contestó con una voz baja:
- Que Birlech.
- ¡ Ven aquí! . El Rey te busca.
- Voy.
Mactón
nos dijo:
- Esperad aquí caballeros perrunos, ahora mismo vengo.Nico contestó:
- Vete tranquilo cosa verde.
Cuándo
se fue yo aproveché para mirar y tocar todo lo que veía por si
encontraba algo. Estaba mirando un jarrón muy bonito.
Cuando miré de reojo un cuadro que estaba apoyado en la pared. Me
acerqué y aparté un poco el cuadro. Era un pasadizo pero tenía una
combinación para abrir la puerta.
Me
puse a buscar por todas partes la combinación, Nico me dijo:
- ¿Qué haces?
- Estoy buscando la combinación de esta puerta para ver lo que hay al otro lado. Contesté yo.
Mi
amigo se puso a buscar también cuando pegó un grito y dijo:
- Lo tengo Mister. Yo dije:
- ¡Genial! Gracias Nico.
Me
lo dio y yo me puse a poner la combinación y la puerta se abrió. Yo
le dije a Nico:
- Tenemos que ver lo que hay por aquí.
- Pues claro, yo siempre estaré a tu lado. Me dijo Nico.
Entramos
en ese pasadizo cerrando la puerta para que no se dieran cuenta.
Íbamos andando muy despacio porque allí cada paso que dabas se oía
muchísimo.
El
pasadizo secreto
Aquello
era gris porque estaba todo. Estaba forrado de metal atornillado.
Llevábamos ya unos quince minutos andando pero encontramos cuatro
puertas. Se podían abrir perfectamente y nos decidimos por la
primera de la izquierda. Cuándo abrimos solo había monedas y
monedas de oro, bueno también había coronas de plata y bronce y
espadas de oro macizo, hasta había pepitas de oro. Nico lo único
que hacia era revolcarse entre las monedas de oro. Yo cogí prestada
solamente una pepita de oro porque me gustaba una serie que en
algunas ocasiones decían “Si es que de aquí pepitas de oro”
Le
dije a Nico:
- Vámonos ya, que no tenemos tiempo.
- Vale venga, pero ahora hay que buscar la salida
Yo
me percaté a la salida y Nico iba detrás mía.
Salimos
y abrimos la segunda puerta. Hacía muchísimo frío. Todo estaba
helado, se debía a las esculturas de hielo que había dentro del
cuarto. En aquel inmenso cuarto había muchísimas esculturas de
hielo y hacía muchísimo frío. Todo estaba Helado.
Yo
admiraba la mas bonita de todas, una escultura de un león con un
domador cogiéndole de la mano. La observaba y la observaba hasta que
Nico dijo:
- AAHACCH.
Lo
que había pasado es que Nico intentó chupar una estructura y la
lengua se le quedo pegada.
Le
cogí de la cintura, tiré y se la despegué.
Una
vez que habíamos visto eso, nos fuimos de aquel cuarto y fuimos al
tercero.
La
segunda parte de el pasadizo secreto
Entramos
y lo que vimos era una sala grandiosa con un ordenador enorme en el
centro. Me puse a ver lo que había en el ordenador por si había
algo interesante. No había nada, solo documentos del rey que eran
muy íntimos y que yo no quise mirar. Lo único que mire fue una foto
de la princesa, que por cierto era bellísima. Me quedé mirando la
foto un buen rato. Cuando me quise dar cuenta ya habían pasado
veinte minutos y todavía no habíamos salido de allí. Miré a Nico
porque él estaba fijamente mirando a la pared. Yo miré donde miraba
él. Había una foto del rey y de la princesa que todavía no sabía
como se llamaba.
Salimos
de allí pitando porque todavía nos quedaba un cuarto de hora.
Abrimos el último cuarto y había una cosa horrible. Era una sala de
castigo. Había unas cadenas magnéticas para que los que iban a ser
castigados, pero lo peor era lo que había en el centro una silla
eléctrica. Nico se iba a sentar en ella pero yo no lo dejé.
No
quería seguir allí, asi que nos fuimos rápidamente.
Salimos
del pasadizo y cerramos la puerta con la misma combinación y pusimos
el cuadro encima. Cuando íbamos por los pasillos Mactón nos vio y
nos dijo:
- Eh, dónde estabais guerreros perrunos.Yo conteste:
- Nos habíamos perdido.
- Nico dijo:
- Si eso.Pues vamos que el rey os está buscando como un loco.Fuimos con él hasta la biblioteca. Allí estaba el rey que dijo:
- Guerreros dónde estabais.Mactón no dejó que nosotros habláramos:
- Estaban perdidos mi señor
La
casa del Dragón
El
rey nos dijo que la casa del Dragón era un volcán.
Yo
dije asombrado:
- ¿Eso es verdad?El rey contestó:
- ¡Claro que es verdad! Por eso os pido que tengáis cuidado cuándo vayáis a salvar a la princesa.
El
rey nos explico que teníamos que entrar dentro del volcán.
Nos
explicó que teníamos que entrar primero por la tierra, porque el
único que podía entrar por la puerta era el Dragón y porque había
una cascada de lava.
Nosotros
dijimos que lo que hiciera falta lo haríamos y lo conseguiríamos.
El
rey nos dijo por último:
-
Por favor guerreros perrunos. Tenéis que tener mucho cuidado. Id
rápido porque el terrorífico Dragón le quitará toda su energía.
-
enseguida -le contestamos-.
El
rey estaba muy contento porque sabía que los conseguiríamos.
Nos
preparamos - es decir- , nos pusimos las armaduras, nos armamos con
una espada y un hacha cada uno.
También
llevábamos mochilas con zumos de piña para cuándo tuviéramos sed.
En
el volcán del Dragón
Bien
preparados empezamos con el camino. Cuándo llevábamos medio camino,
nos encontramos a un caballero negro que nos preguntó donde íbamos.
- Caballero nosotros vamos al volcán del Dragón a rescatar a la princesa -le dijo Nico, ingenua y tontamente.
El
le respondió:
- Por eso mismo estoy aquí, para no dejar que nadie entre en el volcán de mi señor el Dragón.
- Pues tendremos que pelear. Le contestamos.
El
caballero fue a por mí, pero Nico no le dejó que le diera tiempo de
darme una patada. Nico le dio un puñetazo y lo tiró para atrás.
Mientras que Nico le entretenía yo le mordí el costado.
El
chilló y dijo:
- Vale, vale vosotros ganáis.
Nosotros
le atamos con una cuerda a un cactus y seguimos nuestro camino.
Llegamos
al Volcán; estaba erupcionando. Al lado del Volcán empezamos a
escarbar hasta que hicimos un hoyo que llegó hasta dentro del
Volcán.
La
gran batalla
Seguimos
el camino por dentro del Volcán. Teníamos que ir con cuidado porque
del suelo salía humo ardiente.
Llegamos
a una habitación con luz rojiza; estábamos en una habitación en la
que pasaba un río de lava.
Cuándo
entramos vimos al Dragón de espaldas y a la princesa en una jaula
colgada de la pared. Nos escondimos rápidamente para que no nos
viera. observamos un rato y el Dragón estaba haciendo un aparato que
tenía un agujero, hizo una prueba con un gato y lo que paso me
cuesta decirlo, se quedo seco debido a la perdida de energía.
Ahora
le tocaba a la princesa, asi que teníamos que actuar, Nico pegó un
brinco y se echó encima de él; le pegó un mordisco en la oreja. El
Dragón pegó un grito que hizo retumbar todo el volcán.
Nico
bajó y cogió una cuerda que había tirada en el suelo. Empezó a
dar vueltas muy rápido alrededor del Dragón hasta que la cuerda se
enredó entre sus piernas y el dragón se cayó.
Cogí
el aparato que quitaba la energía y le absorbí toda la energía
hasta que se quedó seco como un desierto.
Nosotros
bajamos corriendo a la princesa y le dimos un zumo para que no se
deshidratara.
Un
gran encuentro
La
llevamos a su castillo. El Rey se puso tan contento que dio saltos de
alegría. La abrazó durante un rato y nos dio 100 monedas de oro. El
rey nos invitó a una cena familiar y nosotros asistimos alegres.
Hubo
de todo, música, comida, bebida, mucha más comida y más música.
Nos
lo pasamos divinamente en el castillo, así que nos quedamos una
noche más, porque acabamos muy tarde de la cena.
Nico
se durmió rendido en la cama y yo también me rendí, después de un
día tan activo.
Al
día siguiente no nos podíamos ni levantar de lo cansados que
estábamos del día anterior.
No
queríamos, pero, teníamos que hacerlo. Así que le pedimos al Rey
que nos mandara de nuevo a casa y él nos dijo:
- Claro que si guerreros perrunos, aunque no quiero que os vayáis tan pronto. Os mandaré a vuestra casa.
- Muchísimas gracias mi majestad.
Nos
mando a nuestra tierra. Todo estaba tranquilo en la calle. Entramos a
mi casa y cuando encendí la luz, toda mi familia y la de Nico
estaban allí para recibirnos.
Nosotros
nos alegramos mucho y abrazamos a nuestra familia.
FIN
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