13/2/14

Sensaciones con animales de mala fama.


Expresiones escritas: Sensaciones que tienes en el encuentro de uno de estos animales

Vi aquel arácnido pegado en su tela fina como una aguja de coser. La araña no se movía pero presentía que tenía vida. Un escalofrío recorría mis piernas, el torso y la nuca. La araña parecía no venenosa pero su verde brillante y el amarillo chillón lo decían todo de la araña.
Ángela Limón

Iba con mi abuelo de coger espárragos. Me asomé al canal y vimos una serpiente venenosa. Me quedé sorprendido. Porque cuando me vio, levantó la cabeza. Yo me eché para atrás y la serpiente casi me pica. Fuimos hacia adelante y nos encontramos otra bebiendo agua y cuando la vimos nos quedamos sorprendidos. Era como de un metro. Levantó la cabeza y casi me pica; La matamos y nos fuimos.
Alberto

En un rincón de mi casa oscuro, como si el fin del mundo se hubiera acabado, salió una araña repugnante como si fuera un conejo de una chistera. Me asomé porque había escuchado ruidos y …No sé como no me pudo dar un infarto. Era venenosa. Yo sentía miedo; el corazón me latía a doscientos por minuto. Casi pierdo el equilibrio al ver a la araña. Mi madre me sentó en el sillón, cogió la escoba y le pegó. Yo me metí una “ panza” de reír y mi hermano lo mismo. Al final mi madre terminó muy consolada
Beatriz


Entraba a mi casa con mi madre y mi hermana, cuando abrí la puerta y le pregunté a mi madre: “Mamá que es eso , que parece un pájaro” “yo ya estaba cagao”. Cuando me di cuenta que era un murciélago.
Manuel José

Cuando vi a la araña, me asusté mucho. Era grandísima; sus patas medían por lo menos cinco centímetros. Si la mirabas de refilón
se le veía el cuerpo lleno de pelitos puntiagudos. El corazón se me aceleró, latía más fuerte que nunca. Entré corriendo a mi casa. Se lo dije a mi madre. Me dejó el cepillo de barrer y le metí un escobazo. Noté como el corazón me iba más lento, me quedé muy tranquilo.
Mariano.

Esa noche oscura, salí con mis primos y mi hermano del campo y me fui por las olivas de paseo y para asustar a mi hermano. Hacía frío, mi hermano asustado me decía que volviera, yo le decía que no, y... de repente, el ala de un murciélago me rozó la oreja. Lo apunté con la linterna del fusil de “bolicas”. Mi hermano, gritó, me preguntó qué si tenía miedo, le dije que no, también le dije que ese murciélago era un vampiro que me quería morder. El miedica de mi hermano, se fue para el campo llorando.
Miguel Ángel.

Un día me encontré con una araña. Sentía como sí me fuese a picar y yo me fui corriendo. Pero descubrí que no me iba a picar porque no le había echo nada. Y al fin se fue a una telaraña.
Manuel.

Yo me he encontrado varias veces arañas, siempre me han dado miedo. Pero ahora me he dado cuenta, que no hay que tenerle tanto miedo. Son beneficiosas y te evitan las picaduras de muchos mosquitos.
Rosana.

La primera vez que ví un lobo fue impresionante, porque raras veces se ve en un monte. El sonido se te mete dentro era muy profundo. Vi a cinco maravillosos lobos cuyo pelaje brillaba con la luz de la luna llena.
Manuel Jesús.

Yo en mi campo me encontré con una serpiente larguísima y tuve una sensación de miedo, asco, y de temblor en las manos, ya que me la encontré enrollada en el barrote de la ventana. Con una mirada escalofriante se adentró en mi habitación y se arrastraba por el suelo. Llamé a mi prima y las dos pegamos un chillido, y mi abuelo se acercó y la mató.
Ángela María.

Un murciélago estaba en mi patio volando. Yo me asusté; pensaba que se iba a convertir en un vampiro y me iba a chupar la sangre y me mataría. Cerré la ventana y bajé la persiana; así con todas las ventanas que daban al patio. Me fuí al salón asustado, y luego sin contárselo a nadie me acosté.
Fran.

Pues...yo iba despejada, tranquila andando por el sendero encaminándome al bosque. Entonces... se oyó un aullido... me quedé pensativa, ya no estaba tan segura de mí misma. Salió por detrás de un arbusto y ahí estaba, mirándome con esos ojos de pupilas alargadas, empezaba a abrir la boca, sus colmillos amenazantes me intimidaban, su pelo encrespado estaba en punta como el de un puercoespín, como si quisiera pincharme. Yo estaba quieta, pendiente a cualquier cosa que hiciese. Sus uñas se desclavan de la tierra, tímidamente. Y de repente... pegó un salto dejándome atrás, sola, extrañada y despavorida.
Magdalena.

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