Érase una vez un muñeco feliz y alegre. Un día, su dueña, una niña llamada Émili dejó el muñeco en el suelo. Su madre lo pisó y el muñeco se quedó sin cabeza. Pero lo único que encontró fue un balón, y se lo puso en la cabeza. Entonces decidió llamarlo el muñeco cabezón.
Salvador
No hay comentarios:
Publicar un comentario