Había un niño llamado Diego. En su casa en invierno, como hacía frío, estaba todo el día en el brasero comiendo chuches y no paraba de comer. Pero un día inoportuno, le dolió una muela, lo llevaron al dentista y el niño se lo explicó todo. El médico le dijo que no comiera tantas chuches y ya desde aquel día hacía mucho ejercicio y comía todo comida sana y equilibrada.
Autora: Ana Belén Lopez Nájera
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